Casualmente Trascendental (español)


 CASUALMENTE TRASCENDENTAL







Manny Aubreyson



CAPÍTULO 1


Alan gimoteó cuando el despertador rompió el silencio de su pequeño y desordenado dormitorio. Con un suspiro pesado, se levantó de la cama, sintiendo su cuerpo delgado débil y cansado. Era otro lunes por la mañana y la pesadez de la monotonía se posaba sobre él como un visitante indeseado. Mientras se frotaba los ojos, Alan no pudo evitar sentir una sensación de insatisfacción con su vida.


Arrastrándose hacia el baño, Alan se quedó mirando su reflejo en el espejo. Su desordenado cabello castaño sobresalía en todas direcciones y sus cansados ojos avellana llevaban un toque de tristeza. Se puso una sudadera desgastada y unos vaqueros holgados, su conjunto habitual para ocultar su delgadez. No quería que nadie notara ni comentara sobre su apariencia.


Alan avanzó con pesadez en su rutina matutina, carente de entusiasmo. Finalmente, salió de su apartamento y se adentró en las concurridas calles de la ciudad. El sonido de los cláxones de los automóviles, los peatones charlando y las sirenas distantes llenaban el aire, creando una sinfonía de caos urbano que coincidía con la agitación interna de Alan.


Al llegar a la cafetería donde trabajaba como barista, Alan forzó una sonrisa en su rostro, intentando ocultar sus luchas internas. Preparó shots de espresso, vaporizó leche y creó elaborados diseños de arte en los lattes para la constante afluencia de clientes. El aroma del café recién hecho lo envolvía, proporcionándole un breve alivio de sus propios pensamientos.


Durante todo el día, Alan repitió mecánicamente las mismas acciones, perdido en la rutina mundana. Atendió a los clientes habituales con sus pedidos de siempre, intercambiando cortesías breves y tratando ocasionalmente de entablar una conversación trivial. Sin embargo, su mente a menudo se desviaba hacia otros lugares, buscando algo más significativo.


Durante su descanso para almorzar, Alan quedó con su mejor amigo, Mark, en un parque cercano. Mark, un brillante físico con una melena rebelde de cabello rizado, siempre irradiaba entusiasmo. Hoy no era una excepción. Mientras se acomodaban en un banco bajo la sombra de un árbol, Mark sacó ansiosamente un cuaderno lleno de cálculos y diagramas.


"Alan, no vas a creer en qué he estado trabajando", dijo Mark, con los ojos brillantes de entusiasmo.


Alan echó un vistazo al cuaderno, medio interesado. "¿Cuál es el gran proyecto esta vez, Mark?"


Mark se inclinó hacia adelante, su voz llena de emoción. "He estado llevando a cabo experimentos sobre anomalías temporales. Creo que estoy descubriendo algo extraordinario. He estado notando patrones peculiares y mensajes ocultos en los datos. ¡Es como si la tela del tiempo intentara comunicarse conmigo!"


Alan levantó una ceja, tratando de mostrar un semblante de interés. "Eso suena... intrigante, Mark. Pero sabes que nunca he sido mucho de ciencias. Mi preocupación está en sobrevivir cada día, ¿sabes?"


El entusiasmo de Mark flaqueó por un momento, pero rápidamente lo disimuló con una sonrisa reconfortante. "Entiendo, Alan. Tienes tus propias luchas y está bien. Solo pensé que podría resultarte fascinante, eso es todo".


Terminaron su almuerzo en un cómodo silencio, mientras el ruido del parque ahogaba sus pensamientos. Al despedirse de Mark y regresar al trabajo, la mente de Alan divagó, contemplando la dirección que había tomado su vida. Ansiaba algo más allá de la rutina, algo que encendiera una chispa dentro de él.


Con el día llegando a su fin, Alan cerró cansadamente la puerta de su apartamento tras de sí. La soledad de su hogar lo envolvió y el peso de sus sueños no realizados se posó una vez más sobre sus hombros. Parecía como si nunca pasara nada especial en su vida y la perspectiva de otro día amaneciendo le traía una mezcla de resignación y anhelo.


Mientras el sol se ocultaba bajo el horizonte, Alan se dejó caer en su viejo sofá, sintiendo la pesadez de su existencia. Añoraba un cambio, algo que rompiera la monotonía que parecía seguirlo como una sombra. En lo más profundo de su ser, albergaba una esperanza titilante de que algún día algo extraordinario sucedería, un catalizador que lo sacudiera de su rutina estancada. Alcanzó el paquete de cigarrillos sobre la mesa de café, encendió uno y exhaló una nube de humo, un breve respiro del implacable ciclo de sus días.



CAPÍTULO 2


El penetrante sonido del despertador sobresaltó a Alan, la familiar monotonía de otro día penetrando en sus huesos. Se arrastró fuera de la cama, sintiendo el peso del cansancio aferrándose a cada movimiento. Mientras pasaba por su rutina matutina, Alan no podía sacudirse la sensación de insatisfacción que parecía acompañarlo como una sombra.


Al llegar a la cafetería donde trabajaba, Alan empujó la puerta, recibido por el familiar aroma de granos tostados y el murmullo suave de los clientes. Se colocó detrás del mostrador, luciendo su sonrisa obligatoria que ocultaba el vacío interior.


Los minutos se convirtieron en horas mientras Alan mecánicamente preparaba café tras café, su mente divagando sin rumbo fijo. Los clientes iban y venían, sus rostros mezclándose en un borrón de encuentros fugaces. Hasta que, de repente, alguien nuevo llamó su atención.


Una mujer con cabello teñido de azul vibrante entró en la cafetería, su energía y carisma cortando a través de la atmósfera mundana como una explosión de color en un mundo en escala de grises. Alan no pudo evitar robarle una mirada, momentáneamente intrigado por su presencia. Sin embargo, rápidamente apartó la mirada, asumiendo que ella había venido a buscar su dosis de cafeína como todos los demás.


Para su sorpresa, la mujer se acercó al mostrador, una sonrisa amigable iluminando su rostro. "¡Hola! ¿Cuál es tu bebida favorita para hacer?" preguntó, su voz cálida y genuina.


Alan parpadeó, sorprendido por la pregunta. Nunca le había dado mucha importancia. "Uh... no estoy seguro. Supongo que disfruto haciendo arte en los lattes", respondió, su voz impregnada de incertidumbre.


Los ojos de la mujer se iluminaron de emoción. "¡Perfecto! ¿Puedo tener un latte con una carita sonriente, por favor?" solicitó, su entusiasmo contagioso.


Alan vaciló por un momento, luego asintió y se puso a trabajar. Mientras vertía la leche, creando cuidadosamente los delicados detalles de la carita sonriente, una sensación de enfoque y concentración llenó su mente normalmente desconectada. Por ese breve momento, el acto de crear algo le trajo una chispa de alegría a su rutina monótona.


Finalmente, con el arte de la carita sonriente completado, Alan tomó una taza y miró a la mujer. "¿Puedo saber tu nombre para la taza?" preguntó, su voz casi un susurro.


La mujer hizo una pausa por un momento, sus ojos estudiándolo intensamente. "Me llamo Emily", dijo, su voz suave pero enigmática.


El corazón de Alan dio un vuelco. Emily. El nombre resonó en su mente, resonando con una familiar calidez. "Yo... eh... siempre me ha gustado ese nombre", balbuceó, sus mejillas enrojeciéndose. Sintió una ola de vergüenza invadirlo, al darse cuenta de que había hablado en voz alta. 


La sonrisa de Emily se ensanchó, un destello de comprensión en sus ojos. "Gracias, Alan", dijo, su voz teñida de un afecto especial.


La mente de Alan se sintió momentáneamente desconcertada, preguntándose cómo Emily conocía su nombre. Luego, sus ojos se desplazaron hacia abajo, hacia su pecho, donde notó la pequeña placa rectangular con su nombre sujetada a su delantal. Sus mejillas se tiñeron de vergüenza al darse cuenta de su olvido.


A medida que avanzaba el día, el encuentro de Alan con Emily se desvaneció de su mente como un sueño fugaz. Las demandas de su trabajo y el ritmo familiar de servir a los clientes consumían sus pensamientos, dejando poco espacio para cualquier otra cosa. El arte del latte que había creado para Emily se convirtió en otro recuerdo lejano, desvaneciéndose en el fondo de las innumerables tazas que había elaborado.



CAPÍTULO 3


Pero en las semanas siguientes, Emily se convirtió en una visitante regular de la cafetería, siempre buscando a Alan para tener una charla amistosa. Cada día, se acercaba al mostrador con una cálida sonrisa y un entusiasmo por entablar una conversación. Poco a poco, Alan comenzó a esperar con ilusión sus visitas, apreciando la conexión genuina que ella aportaba a su vida.


A medida que continuaron sus interacciones, las solicitudes de Emily para el arte en los lattes se volvieron más complejas. Desafiaba la creatividad de Alan con diseños intrincados, desde delicadas flores hasta elaborados patrones. Alan encontraba placer en el desafío, vertiendo su alma artística en cada taza. A través de su pasión compartida por el arte en los lattes, encontraron una manera de conectarse en un nivel más profundo.


En una soleada tarde, mientras Alan preparaba el latte de Emily, ella se apoyó en el mostrador y lo miró con chispa en los ojos. "Oye, Alan, ¿te importa si espero hasta que termine tu turno? Podríamos pasar tiempo juntos y disfrutar el resto del día", propuso.


El corazón de Alan dio un vuelco ante la invitación inesperada. El pensamiento de pasar más tiempo con Emily, de conocerla más allá de sus breves encuentros en la cafetería, lo emocionó. Una sonrisa genuina se extendió por su rostro mientras respondía: "Claro, me encantaría".


Una vez que finalmente terminó su turno, salieron juntos de la cafetería, emprendiendo un paseo tranquilo por un parque cercano. La suave brisa agitaba las hojas de los árboles y el suave canto de los pájaros llenaba el aire, creando una atmósfera tranquila para su conversación.


Mientras caminaban por los caminos serpenteantes del parque, Alan y Emily entraron en un ritmo fluido de conversación. El peso de la formalidad y las limitaciones de la cafetería desaparecieron, permitiéndoles adentrarse en temas más profundos.


Emily miró a su alrededor, sus ojos avellana brillando con aprecio por la belleza natural que los rodeaba. "Me encanta pasar tiempo en parques como este", reflexionó. "Es donde encuentro inspiración para mi arte".


La curiosidad se despertó en Alan mientras escuchaba atentamente. "¿Eres artista? Es asombroso. ¿Qué tipo de arte haces?"


El rostro de Emily se iluminó de emoción mientras comenzaba a describir su pasión. "Soy una artista de medios mixtos. Me encanta experimentar con diferentes materiales y técnicas. Creo collages, pinturas y esculturas que exploran temas de identidad y autoexpresión. El arte siempre ha sido mi forma de encontrar significado y comprender el mundo que me rodea".


El interés de Alan creció y no pudo evitar sentir una admiración por el espíritu creativo de Emily. "Suena increíble. Siempre me he sentido atraído por el arte, pero nunca he tenido el coraje de perseguirlo en serio".


Emily se volvió hacia él, sus ojos llenos de aliento. "Deberías hacerlo, Alan. Nunca es demasiado tarde para perseguir tu pasión. Hay algo realmente liberador en expresarte a través del arte, ya sea pintura, dibujo o cualquier otro medio. Es un viaje de autodescubrimiento y una forma de liberar tus pensamientos y emociones internas".


Un destello de anhelo cruzó los ojos de Alan. "Tengo algunas obras sin terminar en casa, en realidad. Han estado acumulando polvo durante un tiempo".


Emily asintió, con una expresión suave y comprensiva. "Tal vez sea hora de quitarles el polvo y dejar que vean la luz del día. Tu arte merece ser compartido y apreciado. Me encantaría verlas algún día".


Una mezcla de nerviosismo y emoción creció en el interior de Alan mientras contemplaba la idea de revelar su obra de arte a alguien que comprendía su importancia. "Sería un honor enseñártelas", dijo, su voz llena de sinceridad.


A medida que el sol comenzaba a descender, arrojando un cálido resplandor dorado sobre el parque, se dieron cuenta de que era hora de despedirse. Caminaron de regreso hacia la salida, su conversación llena de una cercanía recién descubierta.


La voz de Emily llevaba un toque de melancolía. "Gracias por hoy, Alan. Realmente he disfrutado nuestro tiempo juntos".


Alan sonrió, sintiendo una conexión genuina que tanto anhelaba. "El placer es todo mío, Emily. Es refrescante tener a alguien con quien hablar y compartir pensamientos".


Con una despedida final, tomaron caminos separados, pero la promesa de conexiones más profundas e intercambios artísticos flotaba en el aire. Mientras Alan se dirigía a casa, su corazón se sentía más ligero, lleno de nueva inspiración y la anticipación de revelar su arte a alguien que realmente se preocupaba.



CAPÍTULO 4


Con el paso de las semanas, Alan se encontró pasando cada vez más tiempo con Emily. Sus encuentros se volvieron regulares, con Emily liderando en la planificación de actividades que sacaban a Alan de su zona de confort.


En una soleada tarde, Emily sugirió ir de compras, decidida a ayudar a Alan a encontrar un atuendo más adecuado y favorecedor. Alan dudó al principio, incómodo con la idea de probarse ropa nueva y salir de su estilo habitual. Pero el entusiasmo contagioso y el ánimo gentil de Emily lo persuadieron de intentarlo.


Se adentraron en boutiques de moda, con Emily guiando a Alan a través de perchas llenas de ropa, sugiriendo piezas que resaltaran sus rasgos. Alan se probó a regañadientes varios conjuntos, sintiendo una mezcla de inseguridad y curiosidad. Mientras se paraba frente al espejo, vestido con una camisa bien ajustada y unos vaqueros que realzaban su figura, una chispa de confianza se encendió dentro de él.


Emily sonrió satisfecha. "Estás increíble, Alan. La ropa adecuada puede hacer una gran diferencia".


Un sentido de nueva confianza se hincharon dentro de Alan, y se encontró agradecido por la insistencia de Emily.


Su siguiente salida los llevó a un salón de uñas, donde Emily convenció a Alan de hacerse una manicura. Mientras la técnica de uñas pintaba expertamente sus uñas con un tono azul oscuro, Alan se maravilló con ese pequeño acto de cuidado personal. Fue un recordatorio de que él también merecía momentos de mimo y atención, al igual que cualquier otra persona.


Con el tiempo, Emily siguió exponiendo a Alan a nuevas experiencias. Una noche, le entregó un porro, introduciéndolo a la marihuana. Mientras se sentaban en un banco del parque, pasando el porro entre ellos, una sensación de relajación y apertura inundó a Alan. En ese momento, dejó de lado sus inhibiciones, disfrutando de las risas y la nueva facilidad que acompañaba a esa experiencia compartida.


En medio de su conversación y risas, Alan metió la mano en el bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos. Le ofreció uno a Emily, asumiendo que también era fumadora. Emily se rió, negando con la cabeza. "Solía fumar, pero ya no más. Dejarlo fue una de las mejores decisiones que tomé por mi salud".


Los ojos de Alan se abrieron de sorpresa. "¿De verdad? No tenía idea".


Emily sonrió suavemente. "Todos tenemos nuestro pasado, Alan. Es lo que nos hace ser quienes somos. Me alegra haber podido hacer cambios positivos".


La curiosidad se despertó en Alan, animado por la apertura de su conversación. "Hablando de pasado, hay algo que no he compartido realmente con nadie", comenzó, su voz impregnada de vulnerabilidad. "Yo solía luchar contra la anorexia. Era como tener una relación tóxica conmigo mismo. La llamaba Ana. Pero he trabajado duro para recuperarme y tratarla como una ex a la que he dejado atrás".


La mirada de Emily expresaba comprensión y compasión. Suavemente, se subió las mangas, revelando las cicatrices en sus muñecas. "Yo tampoco he sido siempre así", le confió. "Estas cicatrices son un recordatorio de mis propias batallas. Me llevó mucha ayuda de terapeutas profesionales llegar hasta donde estoy hoy, pero no todos pueden permitirse eso. Así que he aprendido mecanismos para afrontar momentos difíciles y prácticas de autocuidado que han marcado la diferencia en mi vida. Estoy más que dispuesta a compartirlas contigo, Alan".


Mientras el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa, Alan sintió una profunda gratitud por la conexión que había forjado con Emily. En ella, no solo encontró una amiga, sino también alguien que entendía sus luchas y ofrecía apoyo sin juicio.


Se quedaron allí, a la luz menguante del día, compartiendo historias de resiliencia y crecimiento. En su vulnerabilidad, descubrieron fortaleza. Y mientras el mundo a su alrededor se transformaba con la puesta de sol, Alan supo que estaba en un viaje de transformación propio, un viaje guiado por la nueva conexión y las experiencias compartidas con Emily.



CAPÍTULO 5


La emoción invadía a Mark mientras entraba apresurado a la cafetería, sus ojos brillaban de anticipación. Alan, perdido en sus pensamientos sobre Emily, luchaba por igualar el entusiasmo de Mark. Intentaba concentrarse en las palabras de su amigo, pero su mente seguía volviendo a la mujer vibrante que había capturado su atención y calentado su corazón.


"¡Alan, no vas a creer lo que descubrí!" exclamó Mark, su voz llena de emoción. "Los datos de mis experimentos contienen mensajes extraños. ¡Creo que estoy en algo grande!"


La mirada de Alan se desvió hacia la puerta, esperando ver el cabello azul vibrante de Emily entrando. La perspectiva de pasar tiempo con ella consumía sus pensamientos, dificultando concentrarse en el avance científico de Mark. Asintió distraído, fingiendo interés.


La emoción de Mark disminuyó por un momento cuando notó la falta de entusiasmo de Alan. "Oye, ¿estás bien? Pareces distraído".


Alan esbozó una sonrisa, intentando ocultar su deseo de estar con Emily. "Sí, perdona. Solo tengo mucho en la cabeza últimamente. ¿Qué decías sobre el experimento?"


Mark suspiró, momentáneamente decepcionado pero decidido a compartir sus descubrimientos. Sacó una tableta, mostrando gráficos y patrones intrincados. "Estas lecturas... van más allá de lo que esperaba. Es como si el universo estuviera tratando de comunicarse conmigo. He estado descifrando los mensajes, tratando de entender su significado".


La atención de Alan oscilaba entre las palabras de Mark y la entrada de la cafetería, la anticipación creciendo en su interior. Sabía que había planeado una cita completa para la noche, a pesar de su relación platónica. Había imaginado una noche perfecta, esperando llevar su relación a un nivel más profundo.


Finalmente, cuando Mark terminó de explicar sus descubrimientos, la mente de Alan se volvió a concentrar en la conversación presente. "Es increíble, Mark. Estás en algo grande. Me alegra que tu proyecto esté progresando tan bien", dijo Alan, su voz llena de un apoyo genuino.


Pero en lo más profundo de su corazón, anhelaba a Emily y no podía esperar a que llegara la noche. Cuando terminó su turno en la cafetería, la mente de Alan zumbaba de anticipación. Corrió a casa para prepararse, planificando meticulosamente cada detalle de la cita que había imaginado.


El sol comenzó a ponerse cuando Alan llegó al lugar acordado, un encantador restaurante con una iluminación suave y un ambiente íntimo. Respiró hondo, una mezcla de nerviosismo y emoción revoloteaba en su interior.


Cuando Emily llegó, parecía un poco incómoda, su habitual energía carismática un tanto apagada. El corazón de Alan dio un vuelco, pero lo pasó por alto, atribuyéndolo a los nervios de la primera cita. Se acomodaron en sus asientos, entablando una conversación ligera mientras hojeaban el menú.


A medida que avanzaba la noche, Alan hizo todo lo posible para crear un ambiente encantador, compartiendo risas, participando en conversaciones significativas y asegurándose de que cada momento fuera especial. Sin embargo, no pudo evitar notar el creciente malestar de Emily, su lenguaje corporal traicionando su incomodidad.


Sintiendo la tensión, Alan respiró hondo y decidió ser honesto con sus sentimientos. Cuando llegó el postre, se acercó más a Emily, su voz llena de vulnerabilidad. "Emily, tengo que ser honesto. Me gustas mucho, más que como amiga. Y esta noche, quería decírtelo y llevar nuestra relación a otro nivel".


La expresión de Emily cambió, alarmada y incómoda llenando sus ojos. Se apartó rápidamente, su voz temblorosa. "Alan, lo siento. No está bien. No puedo... no puedo ser lo que buscas".


Confusión y decepción abrumaron a Alan. Había interpretado mal la situación, malentendido la profundidad de su conexión. Se dio cuenta del peso de sus suposiciones y sintió un pellizco de arrepentimiento por no reconocer los límites de Emily.


En ese momento, vio el miedo y la angustia en los ojos de Emily, y eso le rompió el corazón. Se acercó, queriendo explicar, pero ella se levantó rápidamente, su voz urgente. "Tengo que irme, Alan. Lo siento".



CAPÍTULO 6


El corazón de Emily latía con fuerza en su pecho mientras corría por las calles poco iluminadas, su respiración agitada. El pánico y el arrepentimiento la consumían, una tormenta de emociones que rugía en su interior. Nunca había anticipado que las cosas se desarrollarían de esta manera, nunca había deseado que Alan se enamorara de ella en primer lugar.


En su mente, eran solo amigos, compañeros platónicos que compartían sus luchas y encontraban consuelo en la compañía del otro. El único objetivo que tenía era evitar que Alan sucumbiera a la oscuridad que lo acechaba, la oscuridad que ella conocía demasiado bien.


Pero al reflexionar sobre los eventos que habían transcurrido, Emily se dio cuenta de la gravedad de sus acciones. Su rechazo abrupto, alimentado por el miedo de ilusionarlo, solo habría profundizado su dolor. La comprensión la golpeó como un rayo: podría haberlo empujado involuntariamente hacia el abismo, el abismo del que había luchado desesperadamente por mantenerlo alejado.


Frenéticamente, Emily corrió hacia el restaurante, con la esperanza de encontrar a Alan allí y deshacer el daño que había causado sin saberlo. Pero al llegar, sus ojos recorrieron la sala y su corazón se hundió. No estaba allí. Un sentido de desesperación la invadió y supo que tenía que encontrarlo.


Con un renovado sentido de propósito, Emily se apresuró hacia el apartamento de Alan, con los pensamientos acelerados. ¿Y si era demasiado tarde? ¿Y si había fracasado en su misión de salvarlo? El peso de la responsabilidad la aplastaba, amenazando con sofocarla con su intensidad.


Cuando entró por la puerta principal, sin aliento y temblando, Emily se encontró con una visión que le dio un destello de esperanza. Allí, sentado en el sofá, Alan parecía tranquilo y sereno. Su rostro no mostraba señales de desesperación ni angustia. En ese momento, supo que había logrado evitar el peor desenlace.


Las lágrimas corrían por el rostro de Emily mientras las compuertas de las emociones se abrían. El peso de su secreto, su viaje, la oprimía, amenazando con aplastarla con su inmensa carga. Se derrumbó en el suelo, sus sollozos resonando en la habitación.


A través de sollozos entrecortados, Emily logró reponerse lo suficiente como para explicarlo todo. Se secó las lágrimas, su voz temblorosa mientras revelaba su verdadera identidad.


"Alan", sollozó entre lágrimas, "soy... soy tú. Soy tú del futuro".


Los ojos de Alan se abrieron de par en par, su mente luchando por comprender las palabras que Emily acababa de pronunciar. Su corazón latía rápido y una mezcla de confusión, asombro y alivio inundaron sus sentidos.


Emily cogió aire profundamente, calmándose mientras continuaba, su voz llena de vulnerabilidad y urgencia. "Yo... yo viajé accidentalmente en el tiempo mientras ayudaba a Mark con un proyecto, una máquina del tiempo. No sabía cómo regresar, pero cuando me di cuenta de lo que te sucedería, no pude simplemente quedarme de brazos cruzados y dejar que ocurriera. Tenía que evitar que intentaras suicidarte".


La respiración de Alan se entrecortó, su mente luchando con la magnitud de la revelación de Emily. La miró, observando las cicatrices en sus muñecas, evidencia del dolor que había soportado. Una oleada de comprensión lo invadió, conectando los puntos entre las acciones desesperadas de Emily para salvarlo y las experiencias compartidas en las que habían confiado el uno en el otro.


"Pero ¿por qué? ¿Cómo?" logró preguntar Alan, su voz apenas por encima de un susurro.


Emily se secó las lágrimas, su voz impregnada de una resolución agridulce. "Yo... yo hice una transición de género, Alan. Soy tú después de la transición. Fue un camino largo y difícil, pero me permitió encontrar mi verdadero yo. No quería que pasaras la vida sintiéndote perdido e insatisfecho. Quería ayudarte a darte cuenta de tu género real, guiarte hacia la aceptación de ti mismo y la felicidad".


La mente de Alan giraba, sus pensamientos chocando como una tempestad en su cabeza. Nunca había considerado la posibilidad de una identidad de género diferente, nunca había imaginado un futuro en el que pudiera ser completamente él mismo. Y sin embargo, la sinceridad en la voz de Emily y la profunda conexión que habían forjado dejaban poco espacio para la duda.


Las lágrimas afloraron en los ojos de Alan mientras se acercaba, su mano temblorosa y acarició suavemente la mejilla de Emily. "Gracias", susurró, su voz llena de gratitud y asombro. "Gracias por salvarme, por guiarme hacia lo que realmente soy".


Se sentaron allí, en el silencio de la habitación, envueltos en el abrazo de su verdad compartida. El peso del pasado y la incertidumbre del futuro se entrelazaron, formando un vínculo que trascendía el tiempo mismo.



CAPÍTULO 7


El sonido del teléfono resonó en la habitación mientras Alan y Emily estaban sentados uno al lado del otro, sus mentes aún aturdidas por la revelación de la verdadera identidad de Emily. El nombre de Mark parpadeaba en la pantalla y Alan contestó rápidamente, su voz llena de anticipación y curiosidad.


"Mark, ¿qué pasa?" preguntó Alan, su voz cargada de emoción.


Hubo una breve pausa al otro lado de la línea antes de que la voz de Mark llenara el aire, rebosante de emoción. "Alan, acabo de hacer un descubrimiento revolucionario. Los mensajes en mis datos... eran instrucciones de mi yo del futuro sobre cómo enviar a Emily de regreso al futuro".


Los ojos de Alan se abrieron de par en par, una oleada de esperanza y asombro recorrió sus venas. Miró a Emily, sus ojos reflejando la misma mezcla de anticipación y curiosidad. "¿Quieres decir... hay una manera de enviar a Emily de regreso a donde pertenece?"


La voz de Mark mostraba un dejo de vacilación mientras continuaba: "Sí, pero... hay algo más que necesito decirte. Emily en realidad eres tú, Alan. Acabo de descubrirlo y pensé que debías saberlo".


Los ojos de Emily se encontraron con los de Alan, una comprensión compartida pasando entre ellos. Alan levantó una mano, indicando a Mark que se detuviera. "Mark, ya lo sé. Emily me ha contado todo sobre el viaje en el tiempo, la transición de género, todo. Estamos listos para ayudarte a construir la máquina".


Un momento de silencio siguió a la declaración de Alan, mientras Mark procesaba el peso de la revelación. Finalmente, dejó escapar un suspiro de alivio. "Me alegra que lo sepas. Me ahorra tener que explicarlo todo yo. Encontradme en mi laboratorio. Tenemos trabajo por hacer".


Con un renovado sentido de propósito, Alan y Emily se dirigieron al laboratorio de Mark. El espacio zumbaba de energía cuando entraron, recibidos por la visión de maquinaria compleja y paredes revestidas de ecuaciones y diagramas. Mark, con una mezcla de determinación y emoción en su rostro, los guió hacia una estación de trabajo en el centro del laboratorio.


Mientras se instalaban, Mark comenzó a explicar la mecánica de la máquina del tiempo, detallando cuidadosamente cada componente y su propósito. Alan y Emily escucharon atentamente, sus mentes absorbiendo las complejidades del proceso. La pasión de Mark por la ciencia se reflejaba en sus explicaciones, sus ojos llenos de asombro y curiosidad.


"Aquí está la parte crucial", dijo Mark, señalando un diagrama en la pantalla. "Emily, cuando viajaste en el tiempo, alteraste el flujo de la realidad. Ahora existes en una dimensión separada, aquella que se habría desarrollado si no hubieras viajado al pasado en primer lugar".


El ceño de Emily se frunció en contemplación, absorbiendo el peso de su nueva existencia. "Entonces, en esta realidad, todavía estoy aquí, aunque mi pasado haya cambiado".

Mark asintió, un destello de orgullo en sus ojos. "Exactamente. Por eso no desapareces cuando se altera tu pasado. Eres una presencia tangible de otra dimensión, aquí para guiar a Alan y asegurarte de que encuentre su verdadero yo".


La mirada de Alan se movió entre Mark y Emily, su corazón lleno de gratitud por su viaje compartido y el conocimiento de que no estaban solos al navegar por las complejidades de sus identidades.


Con una nueva claridad, el trío comenzó a ensamblar los componentes de la máquina del tiempo, cada uno desempeñando su papel con precisión y propósito. La experiencia científica de Mark, la determinación de Alan y la guía de Emily se fusionaron sin problemas, formando una sinergia que los impulsó hacia adelante.


Las horas se convirtieron en días mientras trabajaban incansablemente, afinando la máquina y asegurándose de su estabilidad. El ambiente chisporroteaba de emoción y anticipación mientras hacían los ajustes finales, sabiendo que el momento de la verdad se acercaba.


Finalmente, llegó el momento de que Emily entrara en la máquina, su presencia resonando con el peso de su viaje y las lecciones que había aprendido. Alan, con el corazón cargado de anhelo y aceptación, extendió la mano y apretó la mano de Emily, ofreciendo un apoyo y agradecimiento silenciosos.


"Has cambiado mi vida, Emily", susurró Alan, su voz llena de asombro y aprecio. "Te estaré eternamente agradecido por tu guía y la fortaleza que me has mostrado".


Los ojos de Emily brillaron con lágrimas no derramadas mientras respondía, su voz llena de amor y determinación. "Alan, fuiste tú quien encontró la fuerza dentro de ti. Yo solo te ayudé a guiarte. Recuerda, tu viaje no ha terminado. Acepta quién eres y vive la vida que siempre has merecido. Mark, gracias por todo. Y adiós... Emily".


Emily entró en la máquina, el zumbido de los mecanismos llenando la habitación. El tiempo pareció estirarse mientras la máquina zumbaba con poder y, en un instante, Emily desapareció, dejando atrás una sensación agridulce de vacío.


Mientras el eco de su partida resonaba en el laboratorio, Alan y Mark intercambiaron una mirada solemne, reconociendo la importancia de su viaje compartido. El peso del pasado y la promesa del futuro se entrelazaron en el aire, dejándolos a ambos con un renovado sentido de propósito y autodescubrimiento.



EPÍLOGO


Años habían pasado desde la partida de Emily, y Alan había experimentado una transformación notable. Abrazando su verdadera identidad, Alan había hecho la transición a Emily, abrazando plenamente a la mujer que siempre había sabido que era. El viaje había estado lleno de altibajos, pero Emily había encontrado fuerza y apoyo en las lecciones que había aprendido de su yo del futuro.


Con una confianza recién descubierta, Emily perseguía su pasión por el arte. Inspirada por su tiempo con Emily, la artista del futuro, se sumergió en creaciones de arte mixto que exploraban temas de identidad y autoexpresión. Su trabajo resonaba en el público, capturando la esencia de la experiencia humana a través de colores vibrantes y composiciones que invitan a la reflexión.


El cabello una vez teñido de azul de Emily se convirtió en un rasgo distintivo, simbolizando el viaje que emprendió y la libertad que encontró al abrazar su verdadero yo. Era un testimonio de su valentía y un recordatorio del poder transformador de la aceptación de uno mismo.


Un día, mientras Emily trabajaba en una nueva obra en su estudio, una voz familiar interrumpió sus pensamientos. Era Mark, su leal amigo y compañero en el pasado. Se paró en la puerta, sus ojos llenos de emoción e intriga.


"Emily, necesito tu ayuda", dijo Mark, su voz cargada de urgencia. "He tropezado con algo increíble y creo que tienes la perspicacia y la perspectiva para entenderlo".


Una sonrisa de complicidad se extendió por el rostro de Emily mientras miraba a Mark, dándose cuenta de la importancia de su solicitud. El círculo se estaba cerrando y se la llamaba a desempeñar un papel crucial en completar el ciclo del tiempo.


"Estoy lista, Mark", respondió Emily, su voz llena de propósito. "Muéstrame el camino".


FIN<3


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